Beneficios de la natación en los niños.
La natación es uno de los deportes más completos: es divertida, fortalece los músculos, es terapéutica, se realiza al aire libre, tiene beneficios cardiovasculares, quema calorías, entre cientos de razones más. Pero aprender a nadar es más sencillo si se hace desde niño, debido a que a temprana edad, el ser humano es más arriesgado, no hay tantos miedos y el gusto por el agua es inigualable.
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Por lo anterior, la natación debe considerarse desde los primeros meses de vida porque permite el desarrollo de las aptitudes físicas, psicológicas, neurológicas, sociales y emocionales del niño, ayudándole también a adquirir disciplina, mantenerse activo, desarrollar buenas posturas corporales, gusto por los deportes y por cuidar su estado físico.
A partir de los seis meses, el bebé puede tener su primer contacto con esta práctica; de manera natural, se comienza a crear un vínculo de confianza entre él y el agua, en donde descubre que puede estar junto a sus padres, jugar y divertirse. Ya un poco más grandes, (dos o tres años de edad), estará listo para practicarla dos veces a la semana, con el fin de aprender a nadar, socializar junto a otros niños y beneficiarse en muchos aspectos físicos y emocionales, tal como se numera a continuación:
La natación fortalece los músculos, ensancha la espalda y ayuda al desarrollo motor en general.
Aumenta la capacidad cardiaca, controla el peso previniendo la obesidad infantil y baja la concentración de colesterol en la sangre.
Fortalece las articulaciones.
Favorece el sueño en las noches, el cual es más profundo y tranquilo.
Mejora la flexibilidad, coordinación, velocidad y agilidad.
Favorece aspectos sociales, ayuda a superar miedos y en los niños con tendencias agresivas, la natación les permite ser más tranquilos y dejar el egocentrismo a un lado.
Son niños compañeristas y aprenden a trabajar sin problema en equipo.
Agudiza la inteligencia y aumenta la responsabilidad, la autoestima y la disciplina en todos sus demás deberes y consigo mismo.
Son capaces de aceptar los fracasos.
Reconocen que en la vida hay reglas, aprenden a aceptarlas con más facilidad y a entender que hay metas, pero también límites.
Aunque no sea tomada como disciplina deportiva, saber nadar siempre será necesario, sin importar la edad; si tiene la oportunidad de iniciar a su hijo en esta práctica, no lo piense dos veces. Puede ser la gran oportunidad para que juntos comiencen a realizar nuevas actividades en beneficio de su salud y de su estado de ánimo.